Mundo Nuevo (París, 1966-1968)

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«La operación Mundo Nuevo —denunciada inmediatamente por Cuba como una cobertura de la CIA— había avivado el recelo de los responsables culturales castristas de cualquier iniciativa venida de Europa. Aunque la imagen entonces difundida de Emir Rodríguez Monegal como un peligroso superagente hacía reír a quienes le conocíamos, lo cierto es que las pasadas conexiones de Encounter, Preuves y Cuadernos con los servicios secretos estadounidenses habían envuelto a la publicación sucesora de la que por espacio de años dirigiera Gorkin en una nube de sospechas difíciles de barrer. Rodríguez Monegal aseguraba que la nueva financiación de la revista era absolutamente privada y, como los hechos se encargaron de probar, decía la verdad. Con todo, los vínculos existentes entre la nueva publicación y la vieja —simbolizados por su permanencia en el local de Cuadernos— entretenían un equívoco del que todos, empezando por el propio Emir, éramos plenamente conscientes.»

(Juan Goytisolo, En los reinos de Taifa)

«En cuanto a mi “pasado derechista”, ¿puede [Carlos] Fuentes aportar siquiera una prueba de él? Como no le será dable hacerlo, volverá a ser evidente que es un redomado mentiroso. En cambio, sobre su pasado es imprescindible que refresque algunos hechos que él ha mantenido a buen recaudo hasta hoy. ¿Qué hacía en 1966 Carlos Fuentes?P ues era ni más ni menos que uno de los voceros más conspicuos de la revista Mundo Nuevo, financiada por el Congreso por la Libertad de la Cultura, es decir por la CIA, como hoy es ampliamente conocido».

 (Roberto Fernández Retamar, “Carlos Fuentes: mentiras, ocultamiento, ¿deseo?”, citado por Idalia Morejón, Política y polémica en América Latina).

«La revista de Emir: muy viva pero, entre nosotros, la información es tan abundante que marea un poco; en cambio, le faltan ensayos, estudios críticos (de verdad críticos, no digo destructivos: rigurosos) sobre temas latinoamericanos y libros. Las entrevistas son excelentes. La crítica: inexistente. La poesía floja. La narrativa, buena. La veo demasiado dispersa. Tal vez —¿cómo, dónde, con qué? — habría que hacer una revista de grupo

Octavio Paz, Carta a Carlos Fuentes, 12 de julio de 1966, Carlos Fuentes Papers, Paz, Octavio; Box 306 Folder 4; Manuscripts Division, Department of Rare Books and Special Collections, Princeton University Library)

Contesto a Orfila dentro de unos días. En primer lugar le aclararé que ninguna “lealtad ideológica” me hará decir que Mundo Nuevo era una mala revista y menos aún compartir sus reservas frente a un hombre honrado como Rodríguez Monegal. La tentativa de Emir falló por culpa de los que lo atacaron tanto como por la culpa (mayor) de los de la Fundación Ford, que hipócritamente querían servirse de él y de la revista. La actitud de Emir desenmascara a unos y a otros. Por eso me parece que nuestra revista es indispensable. Viene después del fracaso de Mundo Nuevo: será la prueba de lo que podemos hacer solos los latinoamericanos. No te preocupes: también le repetiré a Orfila lo que dices en tu carta: a partir de la izquierda, nuestra actitud será crítica ⎯y sin excluir a la izquierda.

(Octavio Paz, Carta a Carlos Fuentes, 1 de abril de 1968, Carlos Fuentes Papers, Paz, Octavio; Box 306 Folder 4; Manuscripts Division, Department of Rare Books and Special Collections, Princeton University Library)

Nunca pensé que hubiese conexión ideológica, estética o política entre la revista que nosotros proyectamos y Mundo Nuevo. Usted recordará que nuestro punto de coincidencia fue aquel artículo manifiesto de Carlos Fuentes: La palabra enemiga. Lo que yo quise decir es que la desaparición de Mundo Nuevo ⎯o, más exactamente, la renuncia de Emir Rodríguez Monegal⎯ revela que cada día es más y más incompatible la “filantropía cultural”, venga de donde viniere, con el sano ejercicio de la literatura. En este caso, la Fundación Ford se comprometió a sostener a Rodríguez Monegal sin inmiscuirse en la dirección de la revista ni en su orientación independiente. En apariencia, la Fundación cumplió su compromiso, como lo reconocen inclusive varios amigos que han firmado las declaraciones cubanas contra Mundo Nuevo. No obstante, por debajo de cuerda, se intentó minar la autoridad del Director y se le sometió a las conocidas presiones burocráticas. Rodríguez Monegal no capituló y, con la misma honradez e independencia con que dirigió la revista, ha renunciado. Me parece muy bien que renuncie como me pareció muy mal que se intentase presentarlo como un agente de la CIA. Su actitud desmiente a sus detractores y desenmascara a sus pretendidos protectores. En suma, este episodio prueba, una vez más, que es indispensable la existencia de una revista efectivamente independiente en América Latina. Este y no otro, fue el sentido de mis palabras.

. (Octavio Paz, Carta Arnaldo Orfila, Nueva Delhi, 5 de abril de 1968, Cartas cruzadas)

«Paralelamente a Mundo Nuevo, y a veces en franca o sutil competencia con ella, otras publicaciones intentaron también el examen crítico del boom. Una de ellas, una de las más importantes fue Amaru, dirigida por el poeta peruano Emilio Adolfo Westphalen; también patrocinada por la Ford Foundation. En París, un grupo de exiliados voluntarios publicó en 1967-1968 la revista Margen, que seguía de más cerca la línea cubana. Algunos de sus redactores, unidos a ciertos colaboradores de Mundo Nuevo (como el poeta paraguayo Rubén Bareiro Saguier), y al equipo parisino de Ruedo Ibérico (que promueven Juan Goytisolo y Jorge Semprún), han lanzado este año Libre. La revista, financiada por una nieta o bisnieta de Patiño, el de las infamosas minas de estaño de Bolivia, congrega a muchos de los más notorios astros del boom en una producción realmente superestelar. El primer número vio su salida demorada por el Caso Padilla y por la escisión que este episodio ha causado en su equipo de redactores. Aun con ese tropiezo inicial, Libre ha decidido continuar su trayectoria. Es demasiado pronto aún para intentar juzgarla.»

. (Emir Rodríguez Monegal, “Notas sobre (hacia) el boom”, Obra selecta).

«Roberto [Fernández Retamar] y los escritores cubanos que vi piensan, me parece, que aun cuando no reciba dinero de ningún organismo estatal estadounidense y sea financiada solo a través de fundaciones, Mundo Nuevo a la larga deberá ajustar su línea a las posiciones norteamericanas (incluso a las de los liberales norteamericanos) que están en contradicción radical con los intereses de los pueblos latinoamericanos. Pienso que es una actitud adoptada sinceramente, por consideraciones estrictamente políticas, y en la que no ha jugado ningún papel la enemistad personal. Tanto Julio [Cortázar] como yo indicamos por eso mismo a los amigos cubanos que era una lástima que en ciertos textos se hubieran excedido verbalmente, llevando las cosas a un plano personal. Creo, incluso, que muchos de ellos están algo apesadumbrados por la forma en que ha sido criticado Carlos Fuentes en el último número de la revista de la Casa de las Américas, y en nuestra reunión se acordó expresamente rogarle a Carlos que pasara por alto las alusiones personales que aparecen en el artículo sobre Mundo Nuevo y pedirle que, si quiere rebatir los argumentos de Ambrosio Fornet contra tu revista y contra las declaraciones que en ella hizo Carlos, lo haga en la propia revista de la Casa de las Américas, donde su respuesta sería publicada de inmediato, sin “notas al pie” ni “cabezas contradictorias”.»

 (Mario Vargas Llosa, carta a Emir Rodríguez Monegal, Londres, 2 de febrero de 1967, “El camino hacia la ruptura”, Letras Libres España 174, marzo de 2016).

«No sé si has visto a Julio [Cortázar] a su vuelta de Cuba. A él y a mí los amigos cubanos nos dieron un mensaje para ti. En la reunión de la Casa de las Américas, se habló de las alusiones inamistosas e incluso injustas que se te habían hecho en algunos documentos, como la carta abierta a Neruda, y tanto Julio como yo criticamos el artículo de Ambrosio Fornet, aparecido en el último número de la revista de la Casa de las Américas, en el que se refiere a ti de una manera inaceptable. […] En la reunión, quedó bien claro –y el propio Ambrosio estuvo de acuerdo, como Roberto y los demás– que por encima de cualquier diferencia de opiniones o de actitudes frente a un problema determinado, como podía ser el encuentro del pen o la colaboración en Mundo Nuevo, no es lícito lanzar anatemas y ucases, y que se debe discutir con altura, sobre todo entre amigos. El mensaje en cuestión es el siguiente: decirte que tienes abiertas las páginas de la revista de la Casa de las Américas si quieres contestar el artículo de Ambrosio, o en general comentar las polémicas que surgieron en torno a Mundo Nuevo o la reunión del PEN. Desde luego que tu texto se publicaría integralmente, y sin notas o cabezas contradictorias.»

(Mario Vargas Llosa, carta a Carlos Fuentes, Londres, 10 de febrero de 1967, “El camino hacia la ruptura”, Letras Libres España 174, marzo de 2016).


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