Vida Literaria
Definiciones
República de las Letras.
Pierre Bayle, Dictionnaire historique et critique
“Esta república es un Estado extremadamente libre. Solo se reconoce en ella el imperio de la verdad y la razón; y, bajo sus auspicios, se libra una guerra inocente contra todos.”
Peter Burke. “La república de las letras como sistema de comunicación (1500-2000)”
“Poco pudo imaginar el humanista veneciano Francesco Barbaro, cuando empleó en su correspondencia en 1417 el término respublica litterarum, la popularidad que su metáfora alcanzaría y el tiempo que permanecería vigente. Tan solo una generación después de la invención de la imprenta con tipos móviles (más concretamente de su reinvención, ya que esta técnica se utilizaba en Corea), los estudiosos de la época —ya en tiempos de Erasmo— comenzaron a referirse a ellos mismos como ciudadanos de la república de las letras.
Esta unión o república de ‘letras’, en el sentido de aprendizaje, fue fundamentalmente una comunidad imaginaria, a veces descrita en textos como República Literaria (1655) de Diego de Saavedra Fajardo o Deutsche Gelehrtenrepublik (1774) de Friedrich Klopstock, como una ciudad circundada por un foso de tinta y defendida por plumas de escribir, o en ocasiones como un estado soberano con su propio senado y leyes.”
Marc Fumaroli, La República de las Letras.
“¿Era una red social la Respublica litterarum? sin duda, pero entre pares epistológrafos reclutados por elección de los propios miembros, y no entre interlocutores numéricos que se supone por definición aritméticamente iguales. los ciudadanos de esta república invisible no son los cives activos de las repúblicas antiguas, ni los súbditos pasivos de las modernas monarquías, sino unos sujetos de una relación inédita respecto a sí, al prójimo, al conocimiento y a la verdad.”
Jean Le Clerc, Bibliothèque choisie.
“La República de las Letras es un estado aparte que no interfiere con las guerras que ahora afligen a gran parte de Europa, y en el que los sabios de las naciones, que están en guerra, viven juntos en paz, siempre que no tengan peleas literarias entre ellos. Tiene sus altercados y guerras particulares donde solo se pierde tinta y papel, y se tiene cuidado de no impactar a nadie, excepto como miembro de esa República”
Giacomo Leopardi: “Diálogo de la moda y de la muerte”
Escucha lo que vas a hacer de ahora en adelante. Estrecharás los lazos de amistad con una buena cantidad de literatos, no importa que sean buenos o malos. Basta con que tengan un cierto nombre. No descuides ninguno de cuantos te encuentres, aunque sean de lo más deleznable, y hazlos en seguida tus amigos, porque el gran barullo no lo produce sino la masa. Alabarás, públicamente, sus obras con el fin de que el favor te sea devuelto. Y sobre esto no tengas la más mínima duda, porque la República de las Letras es bastante más justa que todo el resto de las repúblicas y regímenes de la tierra, y no se gobierna acerca de ello con otras leyes que no sean las de la retribución.
José Lezama Lima, “Carta a Jorge Mañach”, Imagen y posibilidad.
“Orígenes era la culminación de unos esfuerzos anteriores, en cuadernos y pequeñas revistas, que al fin logran alcanzar cierto ecumenismo huyendo siempre del énfasis —producto de que había constituido—, huyendo también de la excesiva omnicomprensión, una pequeña república de las letras.”
Octavio Paz, “La Literatura y el Estado”, El peregrino en su patria
La República de las Letras es una nación con un territorio vago y de fronteras movedizas. La rige una Constitución cuyas leyes, fantásticas y contradictorias, se anulan todos los días para proclamar otras aún más quiméricas. Las gobierna un invisible, sin cara y sin nombre; mejor dicho, es un rey que cambia continuamente de cara y de nombre: lo llaman ‘el gusto’ pero también tiene otros nombres, casi todos feos y terminados en ‘ismo’.