
Foto: ScholarSpace University of Hawaii
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«IRRADIADOR, la revista que avanzaba en los siglos, quedó flotando al viento del escándalo, en la urbe desolada de artista en réclame. Entregada al genio de los linotipos, sacudía las fichas del calendario con el vértigo de las rotativas, y su nombre, estrujando la disciplina de las avenidas, ponía el silencio en la mecanografía de las redacciones […] IRRADIADOR puso su nombre sobre el borde de la popularidad estridentista y se aseguró el espíritu del tiempo»
(Germán List Arzubide, El movimiento estridentista).
«Procurábamos [Arqueles Vela y Manuel Maples Arce] armonizar su tiempo libre de periodista con mis horas ociosas de estudiante. Nuestra amistad, iniciada por causas de afinidad literaria, se hizo más firme cada día. Sin darnos cuenta, caminábamos grandes distancias, movidos por el fuego de la palabra. A veces tomábamos el rumbo de la colonia Roma y entrábamos al café Europa, que Arqueles bautizó con el nombre de Café de Nadie, tema de uno de sus libros. En un rincón, aislados por sus paradojas y mis idealizaciones, sorbíamos nuestro café y preparábamos entusiastas proyectos. De una de estas conversaciones surgió la idea de hacer la revista Irradiador, que emprendí en colaboración con Fermín Revueltas. La nota saliente fue un manifiesto hecho de lemas e irreductibles ecuaciones, que no respetaba a educadores ni filósofos. Nos instalamos con un anuncio muy espectacular que pintó Revueltas en la librería que César Cicerón acababa de inaugurar en la avenida Madero. Las trapacerías del empleado motivaron que la revista se suspendiera al cuarto número, con el reposo de “rastacueros, roncadores y rotitos”.»
(Manuel Maples Arce, Soberana juventud).
«Durante la estancia de Tablada en México (quien habitualmente vivía en Nueva York), le ofrecimos un banquete que resultó muy concurrido y constituyó un verdadero acontecimiento literario, por la concurrencia y los discursos que se pronunciaron. Deseábamos significar nuestra simpatía a un artista de vanguardia. En el banquete comencé a redactar un manifiesto (era la época de los manifiestos), en el que intervinieron también Diego Rivera y Julio Torri. Tenía a manera de orla una ecuación que comenzaba: Espíritu de pesadez = Ezequiel (Ezequiel A. Chávez) = Nataniel (José Natividad Macías), etc. El manifiesto, escrito al reverso de un menú, circuló entre los invitados y apareció en un número de la revista Irradiador. Era agradable el departamento de Tablada por el ambiente y las personas que allí se reunían. Nina, su compañera, juvenil y atractiva, dispensaba a todos sus atenciones.»