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NOTA DE RECORRIDO
«Al cumplir ESPUELA DE PLATA su primer año de publicación, no desea ningún indice subrayador ni quiere mostrar más que la invisible estela de su sí. Un sí situado plenamente dentro de la gran tradición del silencio que se realiza. Y que se empeña en mostrar cada vez con más eficacia cuanto es posible hacer al margen de nuestras inútiles esferas oficiales de cultura, de la apestada burocracia cultural. Los directores oficiales de la cultura y los chequeados profesores ignoran beatificamente cuánto se está haciendo por encima de su ignorancia y de su homogéneo dormir. Un sueño que nada les dicta, sin signo y sin aprovechables pesadillas.
Con la compañía y la colaboración de Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, E. González Lanuza, Ivan Goll, Pedro Salinas, ete., ahuyentaríamos cualquier presunción de indiferencia. Conque Juan Ramón Jiménez haya dicho: ESPUELA DE PLATA es la mejor revista de poesia de cuantas recibo. Conque a su vez Pedro Salinas nos diga: ESPUELA DE PLATA es muy simpática agrupación de poesia, en todas sus formas: plenas realizaciones, orientaciones certeras, aspiraciones felices. Con todo el gracejo de la juventud en ansia de poesia. Con otras voces de calidad y amistad que han querido mostrar el eco y la temperatura que tiene que acompañar todo trabajo y todo trabajo intelectual, nos consideramos más resueltos y en no disimulado festival.
Para mostrar más centro y concentración ESPUELA DE PLATA, ha tenido que verificar algunos cambios, pero todos de poca importancia, y que en nada alteran la propia impulsión, el perfil y la estela de la revista.
Y así se muestra ahora y queda al fin más nítida y fragante.
Los Directores»“Nota de recorrido”, Espuela de Plata, H, (agosto de 1941), p. 1.
«Hace años hicimos un número de Espuela de Plata íntegramente con poesías. Hoy se prepara con alegría; todos los que están allí parece que se encontrarán en una gran mesa en el Juicio Final.»
José Lezama Lima, “Carta del 21 de agosto de 1947” en José Rodríguez Feo, Mi correspondencia con Lezama, Era Ediciones, pp. 88-89.
«Ya tenemos la provocación primera de aquella generación, que por mi parte lo mismo puede llamarse de Espuela de Plata u Orígenes. Espuela de Plata, si nos atenemos a las primeras escaramuzas y agrupamientos, a los deseos que se proyectan o a los rechazos que nos consumen. Orígenes, a la plenitud que recepta durante diez años a los diez poetas cubanos.»
«Por eso, lo más fascinante en la generación de Orígenes, no ha sido tan sólo su cerrada vocación, sino el haberse integrado con una parábola de todo lo que ha sido creacional entre nosotros a lo largo de una veintena de años, que desechando lo marginal alicaído, vagoroso e implorante, comunicaba sanguina y continuo a la cultura cubana. ¿No eran todos nombres dinámicos como verbo, clavileño, espuela de plata, la fuerza indivisa de los orígenes, lo que parecen arremolinarla?».
Jose Lezama Lima, “Recuerdos: Guy Pérez Cisneros”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 2 (mayo-agosto de 1988), p. 27, 29.
Mariano y Lozano exponen ahora qué tan aviesas o diamantinas señales rodean a lo que se ha llamado la generación de Espuela de Plata. Generación combatida en sus inicios por la torpeza de la indiferencia y la enfermedad del sueño, y combatida ahora en su madurez, cuando ya tenía demostrado que más que una generación era un estado de lo necesario posible en nuestra sensibilidad. Era un estado, una ciudad, una resistencia erguida frente al tiempo. No una generación, una frivolidad que acepta su existenca entre dos paréntesis banales: la ruptura de meras superficies y lo inconnu abandonado, maltratado por simples mordidas y requiebors ineficaces. Era un estado, no una generación que acepta con tácito pesimismo que va a ser barrida por la siguiente, porque al llegar a su madurez de edad y de obra mantiene corno único cuidado las exigencias de su nacimiento; sigue creyendo que son éstas las únicas contables y se empeña por demostrar su fuerza operante en nuestro paisaje y sus formas de expresión. Virtud operante que le llevó siempre a manifestar que la libertad en las formas de expresión es tan necesaria como las mayores exigencias de la polis.»
José Lezama Lima. “Mariano y Lozano en el Lyceum o la materia artizada”,
Orígenes, núm. 23, 1949 y en La materia artizada (Crítica de arte)
/ Comp. y prólogo de José Prats, 1996 pp. 257-258.
«Me parece que en Cuba sólo han existido tres estados poéticos ( dos de ellos individuales, Martí y Casal) y el tercero fue el momento de Espuela de Plata, en el sentido de la participación poética; en un momento dado, cuatro o cinco hombres se precipitaron en el trabajo poético con un fervor y una vocación totales.»
José Lezama Lima. Carta a Cintio Vitier, otoño de 1944, citado en Cintio Vitier, “De las cartas que me escribió Lezama”, en Coloquio Internacional sobre la Obra de José Lezama Lima, Vol. I, Poesía. (Fundamentos, 1984), p. 281.
«Por eso, lo más fascinante en la generación de Orígenes, no ha sido tan sólo su cerrada vocación, sino el haberse integrado con una parábola de todo lo que ha sido creacional entre nosotros a lo largo de una veintena de años, que desechando lo marginal alicaído, vagoroso e implorante, comunicaba sanguina y continuo a la cultura cubana. ¿No eran todos nombres dinámicos como verbo, clavileño, espuela de plata, la fuerza indivisa de los orígenes, lo que parecen arremolinarla?».
Jose Lezama Lima, «Recuerdos: Guy Pérez Cisneros», “Recuerdos: Guy Pérez Cisneros”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 2 (mayo-agosto de 1988), 29.
Refutación de los espejos
«Nunca nos vimos, yo le enviaba mis libros y él los suyos, nos escribíamos a veces, nos tratamos siempre de usted.
Leí su nombre por primera vez, hace más de cincuenta años, en Espuela de Plata, hoja de poesía.
¿A quién espoleaba esa espuela? Caballito de palo, caballo de ajedrez, caballito del diablo, veloz zumbido azul montado por un jinete que segaba jardines de tinta con un largo silbido.
El jinete desmontó y, alzando el yelmo de yedra descubrió un rostro hecho de catorce letras:
yo vi, entre los chopos líquidos de las eles y los montes magnéticos de las emes,
rodeado de vocales —sólo faltaba la u, caracol de la melancolía, ciervo enamorado de la luna—
a José Lezama Lima, apoyado en su vara políglota, pastor de imágenes.»
Octavio Paz, «Refutación de los espejos», Árbol adentro, Barcelona, Seix Barral, 1987, p. 49).
«Poeta no está o va contra nadie. Poeta es parte de la herencia de Espuela; familiar de Espuela; familiar de Clavileño y Nadie Parecía. Sólo que en este consejo poético de familia poética la salvación vendrá por el disentimiento, por la enemistad, por las contradicciones, por la patada de elefante. Por eso Poeta disiente, se enemista, contradice, da la patada, y, aguarda, a su vez, el bautismo de fuego.
Poeta espera, necesariamente, el descubrimiento de su parte falsa.»
EL DIRECTOR Virgilio Piñera, Poeta, 1 (noviembre de 1942), p. 1.
«Pues yo me preparaba… Y cuando lo juzgué oportuno me quité la piel de cordero para asumir mi papel de lobo feroz. Mi primer mordizco me valió la salida de Espuela de Plata. Alli entendian que no hacia mis reverencias a Lezama como es debido. Cláro está, tuvieron que apelar a la violencia para sacarme (textual).
Comencé mi resistencia (se ve ahora que yo era un resistente) enviando una carta a Lezama, donde decía entre otras cosas: “Siempre temí que llegase el tiempo de las grandes decisiones, porque habiéndote movido tú en un círculo de familia conservadora, te habías nutrido de bastantes indecisiones. Alegarás que te decidiste una vez (fase de Espuela de Plata) y otra vez (fase Verbum) pero es que no basta una vez y dos veces sino que es necesario decidirse todas las veces”.
Y más adelante: “He tenido que soportar que ese maniqueo, con un impudor e insinceridad que eran de esperarse por su misma condición maniqueista, me comunicase, como un gran descubrimiento, que Espuela de Plata era una revista católica, y que se había tomado el acuerdo de elegir al buen presbítero porque todos ustedes son católicos, no sólo ya en sentido universal del término, sino como cuestión dogmática, de grupo religioso que se inspira en las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia. Así expresado, creo más en una cuestión de catoliquería que de catolicidad, y esto porque catoliquería significa lo mismo que alcahuetería”.
¿Que quería decir con esto? Pues que no estaba dispuesto a formar parte de una revista hecha a base de inciensos de todo género. Al buen observador no se le escapará el síntoma, y el síntoma era la ciega sumisión a Lezama. Por eso, cuando Padilla tratando de poner a la poe-sía en su lugar y a mí de paso, habla de mi sumisión a Lezama incurre en un error de bulto. Tanto no me sometí, que además de ser un expulsado de Espuela de Plata, de no habérseme permitido publicar en Nadie Parecía, hasta llegué a un gracioso cambio de arañazos y mordizcos con Lezama en los salones de la benemérita sociedad Lyceum.
Entonces fundé mi propia revista. Poeta.
De paso diré que alcanzó sólo a dos números ya que el costo de dichos números estaba de acuerdo con el núnero de mis trajes, es decir que terminado mi guardarropa terminado Poeta, y también diré de paso que en esa revistita aparecieron varios nombres surrealistas, que tanto duele a Padilla no frecuentáramos con mayor asiduidad.»
Virgilio Piñera, “Cada cosa en su lugar”,
Lunes de Revolución, 39 (14 de diciembre de 1959), p. 11.
«En 1939, a Portocarrero y a mí se nos ocurrió la idea de editar una revista de artes plásticas. Empezamos entonces a recaudar dinero entre los amigos, unos nos dieron cinco pesos, otros más, otros menos. Lezama por su parte, tras la desaparición de Verbum, tenía la intención de sacar una nueva publicación literaria, y me propuso unir ambos proyectos. Yo estuve de acuerdo, le entregué el dinero recogido, y fue así como surgió Espuela de Plata (1939-1941).
El diseño de la revista se hizo en el estudio que poseía yo en la calle Empedrado. El acuerdo a que llegamos fue incluir varias viñetas e ilustraciones en cada número, aparte de una lámina que salía fuera de texto.
La pintura se hermanó de ese modo con la poesía, y al lado de nombres como los de Amelia Peláez, Portocarrero, Lozano, Arche, Ernesto González Puig y el mío, estaban los de Emilio Ballagas, Luis Cernuda, Ángel Gaztelu, Juan Ramón Jiménez, Virgilio Piñera, Paul Valery y, por supuesto, Lezama Lima. Llegaron a salir seis números, pues razones económicas nos impidieron seguirla editando.»
Mariano Rodríguez, “Un gallo color ladrillo para José Lezama Lima” en Carlos Espinosa, Cercanía de Lezama Lima, La Habana, Letras Cubanas, 1986.
«Por uno de esos avatares, en el que no tuve ninguna participación personal y cuya causa concreta desconozco hasta el día de hoy, mi nombre desapareció de la lista de los que supuestamente “aconsejaban”, en el último número de Espuela de Plata (agosto de 1941). Fue el momento de la dispersión de fuerzas, que dio lugar, entre el 42 y el 43, a la aparición efímera de Nadie Parecía, Clavileño y Poeta. Quizá la tensión creada por discrepancias surgidas con Baquero y Piñera hizo pensar a Lezarna que nosotros —quiero decir los más jóvenes entonces, Eliseo Diego, Fina García Marruz y yo, que todavía no éramos sus amigos— cerrábamos filas con alguna facción de sus reales o supuestos enemigos.»