
Por medio de muy diversas fundaciones, programas e iniciativas –sobre todo el Congress for Cultural Freedom (CCF), creado en 1950– la Agencia Central de Inteligencia (CIA) financió durante años una serie de trincheras culturales en la gran batalla por conquistar cerebros, una batalla contra el bloque soviético que, claro está, financiaba sus propias trincheras. Gracias al libro de Frances Stonor Saunders,The Cultural Cold War. The CIA and the World of Arts and Letters (Londres: The New Press, 1999) –que es el libro pionero sobre la intervención de la CIA en el ámbito de la cultura en la Guerra Fría–, se conocen las enormes complejidades y dimensiones de esa empresa, contradictoriamente “civilizatoria”: el brazo cultural de una eficiente máquina de dominación política capaz de horrores ilimitados.
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