Contemporáneos (México, 1928-1931)

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[Fue una] continuación europeizante de las revistas clásicas de México: “La revista Azul”, “La revista Moderna”. Sus componente no tuvieron entonces un juicio claro de la necesidad humana de la literatura mexicana. Vivían de espaldas a México. No han influido en la creación de la literatura mexicana.

(Ermilo Abreu Gómez, “Los nuevos valores de la poesía en México, una encuesta en torno de la última generación literaria”, Hoy 95-96, citado por Guillermo Sheridan, Los contemporáneos ayer).

Una perspectiva de diez años más nos permitirá ver que los escritores de “Contemporáneos” y la “última generación” pertenecen a un solo movimiento literario. No creo pecar de presuntuoso si digo que, sin apurar mucho la vista, se puede ver ya desde ahora… Una generación madura aspira a ser siempre la última, cree de buena fue que el arte se extinguirá con ella; por el contrario una generación joven aspira siempre a ser la primera. Jamás reconocerá que ha recibido infuencia de nadie… Pero también todo esto es vanidad.

(José Gorostiza, “Los nuevos valores de la poesía en México, una encuesta en torno de la última generación literaria”, Hoy 95-96, citado por Guillermo Sheridan, Los contemporáneos ayer)

La misión de Contemporáneos, que sirvió de propaganda a la tarea de sus redactores, alcanzó su plenitud en la invención de una antología fraguada más para denigrar a los no admitidos que no eran de su devoción, que como referencia para atenuar la escasa calidad de sus inventores. Esta antología es simultáneamente anónima y nombrada. Es decir, incapaces de formularla con rectitud, se valieron dolosamente de un muchacho de extraordinario talento, pero débil a los fueros de la amistad, Jorge Cuesta, para que la firmara. Las propias notas que anteceden a las selecciones fueron redactadas muchas veces por los interesados. La antología, de esta suerte, provocó desde su aparición justicieras sátiras que desvirtuaron aún más el escaso valor que la revestía.

(Andrés Henestrosa, citado por Guillermo Sheridan, Señales debidas)

a) A nadie le importan un serenado rábano los Contemporáneos y b) a nadie le importa un cachahuate lo que los fetos y los endriargos piensen de los Contemporáneos. Quienes desde El Nacional se desgañitan ladrando que ellos son la divina garza en ayunas y “enjuiciando” a los que vivieron de espaldas a México pueden seguir practicando su autoerotismo cuanto quieran en ese periódico, que con su pan, bien mezquino por cierto, se lo merienden bien sazonado con ardores.

(Salvador Novo, “Los nuevos valores de la poesía en México, una encuesta en torno de la última generación literaria”, Hoy 95-96, citado por Guillermo Sheridan, Los contemporáneos ayer)

En la dirección de Contemporáneos maduró mi soledad entre experiencias y enseñanzas últiles. En sus cuatro años de existencia logré elevar a un plano de seriedad y consistencia su contenido. Nos guió siempre el más puro rigor y me atrevo a pensar que su huella durará algún tiempo en nuestra literatura. Contemporáneos no fue revista de grupo sino de direcciones personales y de actitudes nuevas, en cierto sentido más humanas y más nuestras que las sostenidas por Ulises.

(Bernardo Ortiz de Montellano, “¿Existe una crisis en nuestra literatura de vanguardia”, El Universal Ilustrado; citado por Guillermo Sheridan, Los contemporáneos ayer)

¿Por qué ustedes mismos, en Contemporáneos no se ofrecen a las principales revistas del mundo —siquiera a las diez o doce más conocidas— como agentes distribuidores y centro de suscripción en México? En el peor de los casos, se lograría por lo menos (y ustedes lo exigirían como condición) que el nombre de México figurara en las listas de la cultura universal.

(Alfonso Reyes, Carta a Bernardo Ortiz de Montellano, 4 de agosto de 1931, Cartas mexicanas)

Lo principal es el problema económico: estoy dispuesto a pagar mi parte. Obtenga usted lo mismo de sus demás víctimas a la vista: Genaro, Jaime, etc. Me figuro que ellos están tan convencidos como yo de la imprescindible necesidad de la revista. Tome decisiones urgentes, telegrafíe, mueva cielo y tierra pero no se comprometa con ningún político de esos que quieren ser literatos. Antes que eso, la muerte.

(Alfonso Reyes, Carta a Bernardo Ortiz de Montellano, 2 de marzo de 1932, Cartas mexicanas)

Ninguno de nosotros puede hacerse responsable de Contemporáneos. Fue siempre una revista con director, no con directores. Cuando Novo y yo lanzamos Ulises asumimos la responsabilidad de su ciclo de existencia. Y ésa sí fue una revista personal, fue el banderín de un grupo. Contemporáneos tuvo una intención colectiva y aglutinante que jamás se logró. El fracaso de Contemporáneos se debe al ambiente, y la falta de ambiente se debe a Contemporáneos, que no supo crearlo.

(Xavier Villaurrutia, “¿Existe una crisis en nuestra literatura de vanguardia?”, El Universal Ilustrado, 779; citado por Guillermo Sheridan, Los contemporáneos ayer)

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